Sentirse solo en Canarias

Sentirse solo en Canarias: por qué pasa (aunque estés rodeado de gente)

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Estás en una terraza con amigos. Hay risas, hay cerveza fría, hay sol. Desde fuera, todo parece perfecto. Pero por dentro… hay algo que no encaja. Te sientes lejos. Te sientes desconectado. Te sientes solo.

Y lo peor es que te da hasta vergüenza admitirlo.

Porque, ¿cómo vas a estar solo si tienes gente alrededor? ¿Si sales, si hablas, si haces planes?

La verdad es que sentirse solo en Canarias —o en cualquier otro lugar— no tiene que ver con cuánta gente te rodea. Tiene que ver con lo que pasa por dentro cuando nadie mira.

En este artículo vamos a hablar de eso. De esa soledad que no se ve, pero que pesa. Y de cómo empezar a romper esa barrera sin volverse loco. Sin tener que fingir más.

La soledad que no se nota desde fuera

Hay una soledad que se ve. La del que no tiene con quién hablar. La del que pasa el día solo y espera que alguien le escriba. Pero hay otra que es más silenciosa. Más traicionera. La del que está rodeado… y aún así se siente vacío.

Puede que tengas pareja. Puede que tengas grupo de amigos. Puede que tu calendario esté lleno de planes. Y aún así, sentirte como si no estuvieras del todo. Como si no encajaras en ninguna conversación. Como si estuvieras actuando todo el rato.

Esa soledad duele más. Porque nadie la ve. Nadie la sospecha. Ni siquiera tú te la permites del todo. Y cuanto más la ocultas, más crece.

En Canarias —como en cualquier sitio donde “todo el mundo se conoce”— puede ser aún más difícil de admitir. Porque aquí se supone que hay sol, alegría, guachinches y gente cerca. ¿Cómo vas a estar mal si vives aquí?

Pues sí, se puede. Y no tienes que justificarlo.

Por qué pasa más de lo que parece (y no eres raro por sentirlo)

Sentirse solo en Canarias no te convierte en un bicho raro. Te convierte en humano. Así, sin más.

La soledad emocional no siempre tiene que ver con estar acompañado. Tiene que ver con la calidad de lo que compartes. Con si puedes hablar sin filtro. Con si sientes que alguien realmente te escucha o solo espera su turno para hablar.

A veces pasa porque vas con el piloto automático. Estás en sitios, hablas con gente, pero sin conectar. Otras veces, porque llevas tanto tiempo “haciendo el papel” que ya no sabes ni cómo salirte del guion.

Y otras, simplemente porque no has encontrado todavía un espacio donde puedas ser tú sin adornos. Donde no haga falta fingir seguridad, simpatía o buen rollo si no lo estás sintiendo.

Esto le pasa a mucha más gente de la que crees. Solo que casi nadie lo dice en voz alta.

Cómo empezar a romper esa barrera

No hay una fórmula mágica. Pero sí hay pequeños gestos que pueden empezar a abrir grietas en ese muro invisible que te aísla.

El primero: dejar de fingir tanto. No tienes que estar bien todo el tiempo. No tienes que parecer interesante. A veces, decir “la verdad es que hoy no tengo muchas ganas de hablar, pero no quería estar solo” ya es un paso gigante.

El segundo: buscar espacios donde se pueda hablar sin careta. No todos los grupos lo permiten. No todas las personas tienen ese lenguaje emocional afinado. Pero algunas sí. Y hay que darles la oportunidad de aparecer.

El tercero: hacer una pregunta de verdad. Una que no sea solo por cortesía. “¿Cómo estás de verdad?”, “¿Qué te preocupa últimamente?”, “¿Qué echas de menos?” A veces la conexión empieza cuando dejas de hablar por hablar… y te atreves a escuchar de verdad.

Y el cuarto: permitirte ser tú, incluso si no sabes muy bien quién eres ahora mismo. Aunque tartamudees. Aunque te sientas torpe. Aunque no tengas tema de conversación. Porque lo contrario —seguir fingiendo— cansa más que cualquier silencio incómodo.

Tener vida social no es lo mismo que sentirse conectado

Hacer planes no es lo mismo que sentirse acompañado. Estar en un grupo no garantiza conexión. A veces, cuanto más se aparenta estar bien, más lejos se está de verdad.

Y no es que los demás sean malos o superficiales. Es que vivimos en un mundo donde ir con prisa, rellenar silencios y poner buena cara es lo normal. Pero ahí dentro, en lo profundo, todos estamos buscando lo mismo: alguien que nos escuche. Que nos vea. Que no nos juzgue si hoy no tenemos ganas de sonreír.

Así que sí, puedes tener una agenda llena y sentirte solo. Puedes tener 500 contactos en el móvil y no saber a quién escribir cuando te sientes mal.

Por eso, sentirse solo en Canarias no es tan raro como parece. Es más común de lo que se dice. Pero no por eso es menos importante. Y lo que marca la diferencia no es cuántas personas te rodean, sino si puedes ser tú con al menos una de ellas.

Estás rodeado, sí. Pero aún puedes conectar de verdad

No estás roto. No eres raro. Solo estás buscando algo que todos necesitamos: una conexión real. De esas que no se encuentran en cualquier parte, pero que siguen existiendo. Aunque a veces cueste verlas.

Y sí, sentirse solo en Canarias duele. Porque se supone que aquí todo es sol, playa y buen rollo. Pero nadie vive de fotos bonitas. Todos necesitamos algo más.

Quizás hoy no sepas por dónde empezar. Pero igual basta con dejar caer una verdad pequeña. Un mensaje sin filtros. Una conversación donde no tengas que impresionar.

Y si no sabes con quién hacerlo, aquí tienes un sitio donde la gente también quiere hablar de verdad. Donde no hace falta posar. Donde no estás solo, aunque a veces lo parezca.

Entra al chat. No para encontrar a tu alma gemela ni hacer nuevos amigos perfectos. Solo para hablar. Sin presión. Sin máscaras. Sin quedarte con las ganas.

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